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Tiempo de hacer autocrítica y defender las conquistas

Fernando Chino Navarro Por Fernando "Chino" Navarro

Comienzo pensando en este concepto: "La política es defender al pueblo, no decir que ponemos la otra mejilla como si fuésemos mártires o quedarnos en la pelea infructuosa por un despacho".
Porque percibo con preocupación que la mayoría de los dirigentes estamos más interesados en analizar, hablar o polemizar sobre la interna partidaria, que en trabajar sobre los complejos problemas que afrontan los argentinos en estos días.
Hoy estamos frente a un Gobierno que plantea un Estado que retrocede, que se achica, que decide no intervenir en el mercado y que toma todas sus medidas pensando en beneficio de los grupos económicos concentrados. Y absolutamente ninguna en función de los intereses del hombre y la mujer de a pie, de trabajo.
Nos quedamos en la foto haciendo las compras, en las poses o en las sonrisas de ocasión. Y me preocupa que los políticos y la clase dirigente en general no podamos ir un poco más allá de la superficialidad o del marketing que nos proponen desde la nueva gestión, para así poder encargarnos de los temas de fondo, de los temas que tienen que ver directamente con la problemática laboral y con los derechos del pueblo trabajador.
Durante los años en que Argentina fue gobernada por CFK se evidenció, con aciertos y errores, un gobierno comprometido con las mayorías. En cambio, la gestión actual parece estar comprometido con las minorías que responden solamente a sus propios intereses económicos. Pero para hacer frente a las necesidades que aún tenemos por delante saldar, se requiere de un Estado fuerte, que no sea neutral, que esté en defensa de los más débiles y que interceda ante el poder de los más fuertes. Y lamentablemente eso no se está viendo en estos momentos.
Es razonable que un gobierno que asume haga una revisión de personal, de deudas, de las cuentas, que audite la gestión anterior para saber desde dónde parte. Pero despedir al boleo a miles de personas, sin que medie ni evaluación previa ni explicación alguna, es otro cantar.
Por el contrario, han instalado en la sociedad la idea de que todos los empleados públicos son militantes o ñoquis. La actitud de este Gobierno busca estigmatizar la política, disciplinar a los trabajadores y achicar el gasto público sin más razón que esa: que cierren las cuentas, con la gente afuera. Este proceder tiene su correlato en la actividad privada, en donde el cimbronazo también se siente y algunos estudios indican que ya hay 25.000 trabajadores del sector que perdieron su trabajo.
Por todo lo expuesto, es que la política no puede pasar por chicanas, personalismos, descalificaciones, saltos de banca, enojos inmaduros, eso significaría minimizar la realidad por la que estamos atravesando. Y la política es otra cosa, la política es el instrumento que tenemos para defender los derechos del pueblo.
Creer que perdimos porque Cristina no fue la candidata, o sólo porque enfrentamos grupos económicos y medios de comunicación hegemónicos, o porque no había buena sintonía entre CFK y el candidato, es simplificar una situación que es mucho más compleja y profunda.
Tanto la política como la decisión del electorado son construcciones colectivas, en donde no gravita un solo factor o un solo nombre. Tenemos que asumir que todos somos responsables, aunque no todas las responsabilidades son iguales.
Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner me mostraron que la política es el camino para transformar la realidad en favor de los más humildes, de los trabajadores, de los sectores medios, para lograr una sociedad más inclusiva y equitativa. Por eso, cuando uno es parte de un equipo a cada uno nos cabe alguna responsabilidad en la derrota.
Me interesa que el Frente para la Victoria esté a la altura de las circunstancias y que podamos involucrarnos en las problemáticas concretas, para que conjuntamente con la sociedad defendamos todo lo bueno que se logró en los últimos 12 años. Porque no fueron sólo logros de un gobierno, sino de todo un pueblo que se movilizó, militó y trabajó por causas justas e inclusivas. Y eso es lo mejor que nos pasó en muchas décadas.
Asumiendo los errores cometidos y reconociendo las fallas es que tenemos que encarar la autocrítica. No para flagelarnos ni fagocitarnos entre nosotros, sino para no volver a tropezar con las mismas piedras. Es un proceso que no vamos a resolver de un día para el otro, necesitamos no creernos los dueños de la verdad y animarnos a discutir con franqueza.
Lo importante es trabajar con un objetivo muy claro: la unidad del Frente para la Victoria. Sólo así podremos enfrentar a quienes quieren avasallar los derechos de los trabajadores, debilitar la industria nacional y poner en riesgo la soberanía económica. El pueblo nos necesita unidos protegiendo las conquistas sociales y laborales ganadas en estos doce años.

El autor es diputado bonaerense por el Frente para la Victoria.